A David le habían pasado las peores cosas que le podían pasar a alguien, su frialdad y comportamientos hacia las personas; talvez porque pensó que a nadie le importaba… odia aquellos que sean semejantes a él, y aun así ama a Dánae.
¡Dánae! Tenemos que hacer algo para salir de aquí –Decía Isabella con preocupación-
Este campo de protección no nos dejara, a menos que… -Decía Dánae pensativa–
Dánae, ¿a menos de que? –Preguntaba Isabella intrigada-
Isabella yo reuniré mis fuerzas y se quitara el campo, tu corre ayudar a David; no olvides lo que te dije –Decía Dánae con un tono fuerte-
¿Y a ti que te pasara? –Pregunto Isabella- ¿no olvides lo que te dije? creo que entiendo, se refiere a que sea fuerte –Pensó Isabella un poco extrañada-
No te preocupes por mí -Decía Dánae en tan pocas palabras-
Dánae uso gran parte de sus fuerzas para quitar aquel campo que tenían protegiendo las cuevas, pues ella se veía afectada y débil; desprotegida, así quedo en ese momento dánae para poder luchar contra tal malhechores.
¡Ah, Dánae se están acercando a ti! –Gritaba Isabella–
David se percato de esto, pues cuando iba a ayudarla vio que Eduard su hermano lo impedía.
Te preguntaras porque justo en este tiempo pensábamos en atacarlos, pues, la razón es aquella muchacha… mi padre las quiere a las dos juntas para utilizarlas como trofeo, piénsalo, Te hago un favor ¡haber si de una vez te olvidas de tanta estupidez! –Decía Eduard con tal seriedad–
Varios monstros querían a Isabella, pues con su fuerza no pudieron, pero eran tantos que esta misma no pudo con todos.
¡Ah! –Gritaba Isabella con miedo-
David no tuvo opción de quien salvar, si Isabella que podía ser una forma mucho más rápido ó Dánae quien estaba en manos de su padre y un poco más alejado.
¡David salva a Isabella! yo estaré bien -Decía Dánae que con una lagrima salída por tal dolor–
Dánae… -Pensó David sorprendido-
¡Ah, David! -Gritaba Isabella mientras lágrimas caían del pensar que moriría en ese momento.
Pues David a esta reacción de Isabella, tuvo el instinto de ir a salvarla.
Cuando David fue con todas sus fuerzas a rescatar a Isabella, Eduard quien la tenia… escapo en un resplandor de luz.
¡Isabella! ¿Estás bien? –Decía David preocupado-
Sí, pero Dánae no… –Decía Isabella con una tristeza en sus palabras-
Ya era muy tarde para salvar a Dánae, ella había desaparecido… solos sus lágrimas que habían quedado en el aire, un silencio que enfriaba y miradas que quemaban aquel hermoso paisaje.
Lo… lo siento David –Decía Isabella mirando a David con mucha lástima-
Isabella no recibió respuesta de David, pues lo mejor era que fuera con Nauru. Quería irse y olvidar, era lo único que pedía.
En el camino ya ni un hermoso horizonte pudo alegrar los ojos de Isabella.
¡Nauru, Nauru! –Gritaba con angustia Isabella-
Hija… cálmate, ¿que necesitas?, ¿estás herida? –Decía Nauru preocupada-
No, herida no… pero necesito volver de donde vine –Decía Isabella-
Claro… te dije que podías ir y volver cuando quisieras así que, cierra tus ojos déjate llevar –Decía Nauru mientras proseguía abrir aquel hoyo que la trajo a este mundo-
Los recuerdos vinieron a mi mente, el hoyo que me transporto a este mundo desconocido que ahora conocido no puedo escapar, ese era mi destino.
Al entrar en el hoyo, y aparecer en mi cuarto fue como si no fuera pasado nada en el recorrido de este tiempo que no había estado aquí.
¡Isabella! hija… -Decía la mama de Isabella con un abrazo y lagrimas en sus ojos-
¡Te extrañe mama! tenía miedo, pensé que no te vería nunca más… -Decía Isabella llorando-
Mi mama no me había reclamado nada, ella entendía que como era mi obligación… la tenía que cumplir.
Me siento demasiado cansada iré a dormir, gracias por tu apoyo -Decía Isabella con un bostezo-
Estaba en mi cuarto, me asome por la ventana y en vez de ver aquel patio seco, vi el hermoso paisaje del otro mundo.
¡Ay no! debo dejar de pensar en eso y… dormir –Pensó Isabella-
Corría, corría y corría ¡no hallaba el fin de aquel túnel, y de pronto un hombre muy extraño!
¡Ah! –Gritaba con euforia Isabella-
¡Ah! –Grito David mientras se caía de la cama-
¿Qué haces aquí David? –Pregunto Isabella alterada-
¡Oye! ¿Por qué gritas? No soy tan horrible… -Decía David extrañado-
Eh… perdón –Apenada- ¡es qué apareciste de pronto en mi cama! –Decía Isabella mientras se tapaba con la sabana-
¡Solo vine a buscarte! Seguro que pronto mi padre atacara, y sin ti ó bueno sin tus fuerzas no puedo proteger solo a todo aquel mundo -Decía David incomodo-
David… -Extrañada- está bien –Con una pequeña sonrisa- ¡Aunque no entiendo porque a esta hora! –Decía Isabella molesta-
Lo que al principio fue un sueño, despues un hoyo… ahora es un destino sin poder retroceder.