sábado, 8 de octubre de 2011

Una niña escurridiza (10)

Confundida, no sabía realmente lo que pasaba. Pero aun así Isabella tenía que seguir con su camino para cumplir el destino…

¿Dánae… seguro que te pidió esto? –Pregunto David extrañado-

¿Cómo me dijiste? –Decía Isabella mirando a David fijamente-

¡Isabella! aun no entiendo cómo me puedo confundir. Aquí llegamos esta es la dirección de ese tal Bardón que te dijo Dánae que había que conseguir –Decía David mientras bajaba del caballo a Isabella-

Tocamos la puerta muy dudosamente ya que no sabíamos que esperar.

No hay nadie –Una respuesta atrás de la puerta-

¿Qué? –Expreso Isabella confundida-

¿Quién diría que no está? Em… ¡tumbare la puerta! –Expreso David-

No, ya... aquí estoy, pensé que eran otro tipo de personas o cosa, pasen –Respondió una dulce niña adolescente-

David e Isabella se vieron con caras extrañas y la mirada triste de aquella niña.

¿Vienen a buscar a mi hermano verdad? –Pregunto la niña-

Oh, ¿se llama bardón? –Pregunto Isabella-

Si… me lo imaginaba siempre lo están buscando, pero en este momento está trabajando en una cosecha con mis padres –Respondió aquella niña con un suspiro-

¿Siempre lo están buscando? Suena importante –Decía David con una mirada indiferente-

En realidad es por su gran tamaño, hay personas que nos quieren hacer daño al pueblo, y él defiende a todos –Decía la niña con miedo en su voz-

Esto me parece muy extraño –Dijo David pensativo-

¿Que piensas david? –Decía Isabella-

De pronto, escuchan grito con un término abrumador que podía asustar a todo que oyese este.

¡No! –Grito la niña preocupada-

Todo se torna gris y desesperado. Al salir del humilde hogar notaron que estaba repleto de desagradables esclavos hambrientos.

¡Esos son mis padres y hermano! Ayúdenlos porfavor –Manifestó la niña con lagrimas en los ojos-
¡Ten cuidado david! –Grito Isabella preocupada-

Son los mismos esclavos de aquel encuentro con mi padre, hambrientos de carne humana.

Una niña valiente que quiso ayudar a su pequeña familia, pero no podíamos permitir que muriera de una forma tan cruel.

¡Te ayudaremos! No mueras, hazlo por tu familia no quisieran esto –Decía Isabella con fuerza-

Ya, no se compliquen yo los ayudare –Decía David en tas pocas palabras-

En el lugar había hombres, mujeres y niños que necesitaban de una ayuda mas allá de no ser devorados, se podía ver en sus ojos la tristeza de la soledad.

Se sintieron asombrados al ver que David se acercaba como si nunca nadie los haya ayudado.

El hombre llamado Bardón con la característica física de su peso, mira a david un poco sorprendido pero no puedo parar ya que esta contra el monstro.

Detener al gran obstáculo hambriento, pero estos comenzaron de su boca botar saliva burbujeante y de un momento a otro sus ojos cambiaron de un color oscuro a uno tan claro como el agua cristalina.

Todos quedaron sorprendidos y asqueados por lo que ocurría.

Los hambrientos esclavos se comenzaron a comerse entre sí muy rapidamente y formando así un ser mucho más repugnante.

¡Oye… gordo! Si te era difícil con un esclavo... creo que negarte a una ayuda contra este fenómeno no sería buena idea ¿no crees? –Expreso David con palabras de ironías-

Bardón quedo sorprendido y sin decir palabras decidieron proceder a atacar juntos.

Una gran masa de esclavos digeridos por uno de ellos lo había convertido en un ser poderoso, siendo así fue difícil acabarlo. Este comenzó a comerse todo a su paso.

Una niña oculta debajo de una pequeña casa sola fue una de las víctimas, así procediendo con otros hogares y padres de Bardón y su hermana.

Por varios instantes ocurrió algo sorprendente, nadie del lugar se podía mover, ni siquiera aquel aterrador fenómeno.

Esto ocurría por algún tipo de poder.

A lo lejos del horizonte, una voz serena de canto se escuchaba, una persona con un vestido blanco y una esfera escandalosa.

De pronto miro hacia el gigantesco esclavo hambriento y este comenzó a derretirse por un calor que solo lo perjudicaba a él.

Momentos después había desaparecido…

¿¡Qué!? –Expreso David extrañado-

Bardón estaba herido en un brazo y era conveniente ayudarlo de una manera próxima.
Todo se logro calmar…

No, no hubo sobrevivientes aparte de ustedes… ese asqueroso esclavo comió todo lo que pudo -
Decía David con una mirada pensativa-

David… ¿Qué piensas de ese ocurrido tan extraño de cómo murió? –Pregunto Isabella-

Era una mujer la que cantaba… -Decía David mientras volteaba a mirar a Isabella-

Crees… ¿Crees que era Dánae, verdad? –Decía Isabella con una leve tristeza-

La niña desconsolada lloraba porque sus padres no se encontraban con vida y su única familia viva era su hermano, Bardón.

Aurisel, hermanita… estaremos bien –Decía Bardón mientras miraba con rabia a lo perdido del hogar-

Y ahora que haremos, no tenemos nada –Decía Aurisel preocupada-

Tú te quedaras en el templo con las monjas que nos cuidaban cuando nuestros padres no podían, yo seguiré un camino diferente -Decía Bardón-

¿Se separaran? Bardón porque no la traes con nosotros, no puedes dejarla… -Decía Isabella sin terminar sus últimas palabras-

Isabella pero que dices, eso sería peligroso… creo que algo te está afectando –Decía David-

Cierto… como puedo pensar que esa niña venga con nosotros, será por la herida de a verme separado de mi hermana cuando estaba muy pequeña –Pensó Isabella con tristeza-

El Gran Templo Kletore, ¿seguro que es aquí? Esto pareciera un ancianato, donde por cierto sería bueno que estuviera aquí nauru… -Expreso David con un tono de risa-

David no es tiempo de bromas… se debe sentir muy triste quedarse sola, sin nadie que conozcas –Decía Isabella-
Un poco más lejos, Bardón y su hermana Aurisel estaban hablando con una de las colaboradoras del templo para recibirla, pero por las quejas Bardón tuvo que salir rápido del lugar.

El camino para regresar al hogar de Nauru estaba empeorando ya que estaba comenzando anochecer.

Se podía ver como los animales buscaban un lugar cálido para dormir y el cielo se oscurecía sigilosamente.

¿Tenemos que dormir sobre rocas, no hay otra cosa mejor? –Reprocho Isabella-

Si quieres pídele a Bardón que te presta la cama de su barriga ¿quieres? –Decía David sin abrir sus ojos del cansancio-

Porque mejor no te tiras a un lago, así si sería mejor –Decía Isabella con un leve enojo-

¿Luego quien te salva cada vez que hagas algo torpe? –Decía David-

Oigan… ¿siempre están peleando? –Pregunto Bardón incomodo-

¡NO! –Respondieron en forma de coro David e Isabella-

Luego, escucharon un raro sonido atrás de los arbustos, pero al parecer era una ardilla.

Lo que faltaba una ardilla –Decía Isabella como últimas palabras de la noche-

El sol salió conjunto a un cielo azul y mariposas volando por los aires, también las flores parecían estar mucho más hermosas.

Siguiendo el camino, Isabella tropieza con una piedra y cae frente a arboles con vista de donde lejos se podía ver un gran castillo.

David y Bardón ya estaban un poco más adelantados que Isabella…

Oye, porfavor no digas nada... –Se oye una voz atrás de algunos arbustos-

¿¡Que haces aquí!? No puedes hacer esto… sería peligroso, yo sé lo que sientes –Expreso Isabella-

Una presión en mi corazón y ganas de hacer un mar con mis lágrimas que de mis ojos quieren salir, pero la necesidad de ser fuerte quiere surgir porque no puedo hacer nada para cambiar lo que ha pasado –Manifestó Aurisel con una expresión en su rostro de dolor-

Pero está en riesgo tu vida –Decía Isabella-

¡Isabella, no tenemos todo el día! –Grito David repentinamente-

¡Enseguida estoy ahí! –Contesto Isabella-

Entonces… ¿puedo ir con ustedes? –Decía Aurisel con una expresión inocente-

Si… ya devolvernos para dejarte en el templo seria mucho trabajo –Decía Isabella-

Una cosa… estabas viendo el castillo, ¿has entrado alguna vez? –Decía Aurisel con curiosidad-

Lo vi por casualidad… tiene que ser un reino poderoso ya que ese castillo es grande –Decía Isabella sin quitarle la vista al castillo-

Lo es… siempre vigilan esta zona por la mañana, nos puedes encerrar por caminar por tierra privada. Hay que avisarles a David y a mi hermano –Decía Aurisel con preocupación-

Preguntaran como lo sé, y no me creerán –Decía Isabella angustiada-

Yo iré contigo -Decía Aurisel-

¡ISABELLA! –Un grito con eco por larga distancia-

Isabella y Aurisel corrieron para acercarse a aquel ruido… estaban rodeadas de soldados que estaban por todas y cada parte del lugar.