miércoles, 6 de julio de 2011

La reencarnación (2do capitulo)

La tristeza invadió su corazón, llego un momento en que estaba tan confundida que pensaba que lo que le había dicho su mamá era un sueño.

Isabella se encontraba en su cuarto mientras se dirigía a descansar…

¿Qué es esto? Siento como si el suelo estuviera vibrando –Expreso Isabella Impactada-

El suelo se abría debajo de ella, pues, una gran parte del cuarto y por tal impresión cae a un lado de esta.

Un hombre muy extraño sube del hoyo, como el de sus sueños.

Su cuarto se había iluminado por completo, ese hoyo era como el cielo en vez de parecer al infierno.

No tengas miedo… si total ya me conoces y sabes que con tocarme puedes convertirme en cenizas, ó ¿ya ni eso puedes?– Voz misteriosa con un tono de risa-

¡Ah! ¿Quién eres? y ¿Qué quieres? –Pregunto Isabella con una voz alta de valentía-

Ah, entonces no me tienes tanto miedo… ó ¿ya te acordaste que siempre aparecía en tus sueños? –Decía aquel hombre misterioso-

Si… ¡si me acuerdo muy bien! y no entiendo que haces aquí, en mi cuarto -Decía Isabella tratando de ser fuerte con sus palabras-

Llevarte a donde perteneces es necesario que te encuentres allá para lo que se aproxima, no es nada personal… aunque no lo creas preferiría que te quedaras aquí. ¿Entiendes eso no? Igual a que no lo entiendas, en realidad no me interesa… debes estar allá -El hombre con los ojos cerrados de indignación-

Esto será otro de mis sueños… no, lo siento tan real –Pensó Isabella con temor mientras trata de pararse –

Como un cielo que pide precipitarse, Isabella fue arrastrada por el hoyo.

No te resistas ¡tu perteneces hay! –Decía el hombre, y apuntándola con la mano termino de absórbela al hoyo-

Los sueños que tenía desde aquella noche de luna rojiza que vi al asomarme. Entendiendo, mi mama me había avisado que no lo hiciera, aun así yo quise ver esa sorprendente fase de la luna.

Había llegado a un lugar parecido al de mis sueños verdoso y con mucha luz de brillo.

Tú me trajiste aquí, me dijiste que no querías pero era tu obligación… ¿dime que tengo que hacer para irme de una vez? –Decía Isabella sin poder ver totalmente el lugar en que estaba ya que tenía los ojos un poco borrosos-

Jajá, niña no creo que te puedas ir así tan fácilmente –Con mucha gracia- ¿Qué pretendes para decir eso, crees es tan rápido? –Decía aquel hombre misterioso con un tono de rabia y asco–
Pues no, no sé que hacer… ¡pero tampoco me lo has dicho! – Decía Isabella con un tono de altanería-

Jajá, no seas tonta… no te hare nada, aun no. Sígueme te mostrare con quien tienes que hablar verdaderamente, ella te dirá todo lo que tienes que hacer –Decía el hombre con una mirada fría y voz seca-

Es… está bien –Decía Isabella un poco extrañada por lo que había dicho aquel hombre-

Parecía un campo, todo lleno de prados y aunque aquel hombre si parecía una pesadilla por su fría actitud, ese lugar representaba todo lo contrario.

Pasa jovencita… siéntate necesito hablar contigo, soy Nauru una vieja protectora del sello viviente –Con una voz de pocos alientos-

Nauru ¿quisiste decir una vieja? ó ¿una muy vieja protectora? –Decía el hombre con un tono de risa-

No seas irrespetuoso ¿Cuándo aprenderás a tratar a las personas?. Jovencita perdónalo, nunca supo tratar con respeto, pero dime ¿Cómo te llamas? –Decía Nauru-

Em… Isabella, dígame, ¿Por qué estoy aquí? –Decía Isabella con una voz de intriga-

Me parece muy extraño que no sepas que haces aquí, ¿tu madre no te había comentado nada? –Decía Nauru extrañada-

Un instante después Isabella recordó las últimas palabras que le había dicho su madre.

Pues sí, me conto sobre eso… pero yo no puedo hacer nada soy una chica normal –Decía isabella con angustia-

Ves… Nauru esa mujer es tan inservible como tú en este momento –Decía el hombre con un tono de rabia-

Que sutil eres, pero ya estoy acostumbrada a tus comentarios así que no malgastes tu saliva –Decía Nauru con los ojos cerrados de lastima-

Anciana deberías de dejar de hablar tanto, la que se está quedando sin saliva ¡eres tú! – Decía aquel hombre con un tono de molestia-

De pronto Nauru se acerca a él molesta, pues, por esto lo golpeo en la cabeza.

¡Ya! –Grita- ¿creen que estar aquí es divertido? Necesito saber cómo estará mi mama de preocupada por mi -Decía Isabella muy triste-

Pero hija no te preocupes, ella ya debe saber que estas aquí… eso es inevitable, estar en este mundo –Decía Nauru con suavidad y mirándola a sus ojos tan brillosos-

¡Ah! –Impactada- no… ¿Cómo salgo? Yo no me quiero quedar aquí –Decía Isabella asustada del pensar que nunca saldría de ese mundo-

Tranquilízate… no te preocupes podrás entrar y salir cuando quieras -Decía Nauru con intensión de relajar a Isabella-

De… ¿de verdad? –Con un aliento de alegría- Aunque igual no creo en pensar volver a venir aquí – Decía Isabella con los ojos entrecerrados-

¿Pero que dices? No puedes dejarlo a la suerte, tú tienes un deber ¡tienes que cumplirlo! –Decía el hombre con un tono molesto, y con esas palabras se retira-

Porque… ¿Por qué pareciera que fuera la única que pudiera con esto? El se ve tan fuerte… ¿Por qué no puede con eso? –Decía Isabella con un tono de tristeza-

La fuerza que te estamos pidiendo no es una fuerza cualquiera… y no te niego ese David que has de llamar hombre extraño, es muy fuerte pero no se compara con lo que necesitamos. Siempre ha sido un tanto vanidoso pero todos te necesitamos –Decía Nauru con fuerza en su voz-

Quieres decir que… ¿todo depende de mí? –Decía Isabella muy sorprendida, ya que ese era un cargo muy difícil-

No… tranquilízate, tendrás una compañera que más que eso es tu hermana o bueno, la reencarnación –Decía Nauru-

Todo había quedado en silencio por algunos segundos.

Como… ¿Cómo hermana? Mi hermana murió cuando yo tenía 3 años, ella tenía 5 años… no puede ser ella –Decía Isabella con una voz de angustia-

Bueno, de eso se trata… ya que no es tu hermana por completo… tampoco de pensamientos, es la reencarnación. Ella también tiene la misma fuerza que tu, las dos tendrán que enfrentar lo que les deparara –Decía Nauru mientras le servía un poco de agua a Isabella-

Entiendo… creo que no puedo escapar de eso –Suspiro– lo haré aunque no se tampoco que tenga que hacer –Decía Isabella-

Tú no te preocupes, el tiempo en que estés aquí te lo demostrara y mientras puedes decirle a Dánae tu hermana o bueno la reencarnación – Decía Nauru-

Y… ¿y el hombre que estaba aquí? –Pregunto Isabella un poco interesada-

El estará bien, las acompañara en el viaje, les dará mucha ayuda, pero no trates de comprenderlo tuvo un pasado muy duro y la única que puede sacarle esa rabia del corazón es Dánae –Decía Nauru-

Mis sueños me habían dado la clave de lo que iba a vivir en realidad, pero igual no me podía despegar de mi mama y pensar que ella se sentiría triste… pero esto es lo que me corresponde y aunque quisiera, es mejor hacer lo que debo.

Vi aquel hombre sentado, no sé porque me había dado mucha curiosidad saber más de él… pero por lo que veía el solo tenía un interés y es que lo más rápido posible me fuera de aquí… y aunque no entiende ese sentimiento contra mi ¡esto no es lo que quiero para mi vida!

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